Una Nueva Puesta de Sol



-Y ahora, cuando cuente hasta tres, caerá en un profundo sueño.


Los focos siempre le hacían sudar. Además esta vez estaba siendo emitido en directo para todo el país. Por fin había conseguido una actuación en el programa estrella del sábado noche y, a pesar de que su número no encajaba mucho entre tanto buitre sacándose mutuamente las entrañas, era una oportunidad que no podía rechazar.


-Uno.


Sabía que esa persona era sugestionable; había respondido excelentemente a la hipnosis previa.


-Dos.


Al contrario de lo que mucha gente cree, la clave no está en el tres. La clave está en la palabra "duerme" que el hipnotizador pronuncia en voz baja justo después del tres. Esta palabra es una orden post-hipnótica que ha quedado grabada en la mente del sujeto en la sesión preparatoria, donde realmente se hipnotiza al voluntario dejándole en un estado semi-hipnótico hasta el momento de la actuación. Todo había ido tan bien en los ejercicios previos. Este famoso parecía el sujeto perfecto y le transmitía muy buenas vibraciones. Tenía una sensación tan agradable a pesar del público, la responsabilidad, las cámaras, la mirada fija del voluntario que apenas podía ocultar su sonrisa.


-Tres.


-Duerme.


Como un rayo se había levantado de la silla. Había colocado su dedo pulgar sobre la frente del hipnotizador y éste, que de no ser por sus brazos habría caído de bruces al suelo, quedó profundamente dormido a su orden.


Se hizo el silencio entre el público, entre los invitados, en el cuarto de producción, en cada uno de los quince millones de hogares que seguían en directo el programa.


Durante lo que pareció una eternidad en las pantallas de televisión de todo el país sólo se veía su imagen, sonriente, dejando al hipnotizador hipnotizado sobre suelo. El pinganillo del presentador comenzó a soltar órdenes de continuidad, de paso a publicidad; no escuchó ninguna, estaba absorto, miraba a su compañera y no sabía qué decir. La conmoción había sido la esperada. Disfrutaba íntimamente de cada fracción de milésima de segundo de ese instante; una lástima no poder prolongarlo, porque no tenía mucho tiempo para hacer lo que tenía que hacer antes de que cortasen la emisión. Definitivamente, los grandes placeres eran cortos en el tiempo. Miró fijamente a la cámara que tenía delante.


Irene, sólo para ti y para mí. Allí donde estés te encontraré.









A su cabeza de improvisto llegó el recuerdo de un año antes en ese mismo plató donde estuvo con ella.


-Les voy a decir una cosa. No se puede decir que hay fiesta de moda hasta que no hace acto de presencia, eso sí, siempre acompañado de su inseparable Irene, una de las mujeres más bellas que podemos encontrar semana tras semana en las portadas del papel cuché. Esta noche, aquí, con nosotros. La pareja de moda. Leo e Irene.


-(...)¿Y cómo es posible que os vaya tan bien? ¿Decidnos cual es el secreto para que casi dos años después de vuestra fulminante boda os sigáis mirando de esa forma...? Por favor, fíjense ustedes, si es que todavía se ruborizan (...)


-Gracias, muchas gracias por los aplausos, pero no hay secreto, en realidad. Simplemente nos seguimos queriendo. Es fácil comprender que no se puede dejar de querer a una mujer así.









-Incluso cuando todos esos rumores sobre la bailarina aquella.


-¿Te refieres a la stripper prostituta de lujo que declaró estar embarazada de Leo?


-Sí, bueno, cuando lo de aquella mujer, nunca tuve ni la más mínima duda de que no era más que un burdo montaje en venganza por una exclusiva que no quisimos vender.


-(...)Lo vuestro parece tan de cuento de hadas que da que pensar. Además monina, por mucho que me pongas carita de monja, yo todavía no tengo nada claro lo de la puta húng.... Sííííí, no se me pongan así, si es una puta pues habrá que llamarla puta, claro. Dicho sea con todo el respeto a las profesionales de la calle que hay en este país, que no son pocas y lo pasan muy mal... Eso, eso, un aplauso para ellas... Bueno. Decía que a mí no me quedó nada claro todo aquello y creo que el público merece alguna explicación.


-Un poco de calma, por favor. Dejemos que nuestros invitados respondan. ¿Tienes algo que decir Leo?


-Entenderás que como acordamos no respondamos a las preguntas de este personaje. Todavía tenemos causa abierta contra él en los tribunales y nuestros abogados así nos lo han recomendado(...)









Dos semanas más tarde, el tacómetro digital de su coche marcaba ciento treinta y dos kilómetros por hora serpenteando por la carretera de la Costa Brava. Y en apenas un suspiro... blanco. Todo en blanco. Ése era su único recuerdo. Blanco.


-No recuerdo nada. No sé qué hago aquí. No se cómo he llegado. ¿Cuánto tiempo llevo dormido? ¿Irene? ¿Irene? ¿Dónde está Irene?


-Tranquilícese por favor. No se preocupe. ¡Enfermera! ¡Celador!


-¡Irene! ¿Qué dónde está? Déjem.... ¡Ay!


-Por favor, no intente levantarse. Sí, sé que duele. Sédele de nuevo.


-No me duerm... ¡Irene! Irene.


-No se preocupe, pronto habrá pasado todo.


-Irene. Irene. Ire...


Los lacrimales de sus ojos no entendían de sedantes. Cayó de nuevo en un profundo sueño inducido.


-Enfermera, ¿hemos localizado ya a su mujer?


-En el coche le encontraron solo. Seguimos intentándolo.









Dos meses más tarde nada se sabía aún de Irene. Leo se había recluido en el apartamento de Mallorca y desde el balcón miraba al horizonte consciente de que más temprano que tarde iba a tener que afrontar la vuelta. Restañadas las heridas del cuerpo era el primer paso para intentar comenzar a sanar las del alma. Comenzó a hacer circular el cursor de la agenda de contactos del móvil hasta llegar a Josep.


-Si no es para confirmarme que vas a venir a Barcelona como me prometiste ya estás colgando, porque no pienso hablar contigo de otra cosa.


-Supongo que sí, que ya es hora de ir volviendo.


-¡Así me gusta chaval! Por fin vuelves a tomar buenas decisiones. ¿Tienes ya el billete?


-Aún no, en realidad acabo decidir que es hora de volver así que...


-Así que ahora mismo te lo reservo y te mando un mensaje con el localizador.


-Se supone que como mi asesor fiscal sólo puedes usar mis datos personales de forma profesional.


-Ya, y también se supone que los últimos cinco años tenías que haber pagado aproximadamente un treinta y cinco coma ochenta y tres por ciento más en impuestos. Así que, a callar.


-¿Aproximadamente?


-Sí, no me hagas echar la cuenta exacta no sea que te suba la minuta.


-De acuerdo. Espero ese localizador, pero al menos dame tiempo para hacer la maleta. Por cierto, ¿sabes algo de hipnosis y regresión mental?









No había cometido ningún delito pero el inspector Silva volvió a interesarse por él. No sentía ningún remordimiento, a fin de cuentas le acababa de dar carnaza a la cadena para dos o tres semanas. Al llegar a casa sonrío intensamente por dentro y de medio lado en el rostro. Acababa de hablar con Josep para que le hiciera llegar una buena recompensa al hipnotizador, y bajó a la bodega en busca de una botella merecedora de la satisfacción que sentía. Hacia tiempo que había asumido la desaparición de Irene. Podía recordar perfectamente cómo segundos antes del accidente ella le sonreía y le agarraba la mano sobre la palanca de cambios; podía recordar el tacto de su piel suave; los buenos momentos en esa misma cocina en la que ahora se disponía a servirse una copa; cómo hacían el amor con fervor adolescente sobre aquella encimera. No había vuelto a utilizar aquella cocina, todo permanecía colocado en su sitio, todo menos el juego de cuchillos, seguramente Ceci, la asistenta, lo estaría utilizando en la cocina del piso de arriba al ver que ya no se utilizaba la de abajo. De todas formas el próximo lunes le pediría que lo devolviera a su sito porque todo debía volver a su sito.


Levantó la vista y le vio de pie en el salón, justo al otro lado de la ventana que comunicaba a modo de barra las dos estancias.


-¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? ¿Cómo ha entrado?


-Señor Maldonado no se alarme, soy inspector de policía y sólo he venido a aclarar ciertas cosas.


-Ya le he dicho al inspector Silva todo lo que tenía que decir.


-No es necesario que apriete ese botón, el servicio de seguridad de la urbanización está informado de mi presencia.


-No pienso decir nada más de lo que ya he dicho. Creo que quedó claro que todo quedaba en manos de mis abogados.


-Me parece que va a ser mejor que nos pongamos cómodos. Por favor siéntese y hablemos de este informe del doctor Gálvez que acabo de rescatar de uno de aquellos cajones.


-Ya veo por donde va. Lo de esta noche ha sido... digámoslo así una deuda pendiente conmigo mismo y con el programa. En cuanto al Doctor Gálvez nada ha tenido que ver con esto. Con el doctor tuve unas sesiones fallidas de hipnosis regresiva en las que sufrí un pequeño incidente. Llegue a estar totalmente fuera de mis casillas, de hecho no recuerdo nada de aquellos momentos. Aquel no era yo. Para mi fue un duro golpe despertar amarrado y confuso, y mayor golpe aún ver apenas unos minutos del vídeo de la sesión. Como acabo de decir, agradecí al doctor su profesionalidad pero preferí no abrir aquel sobre. Decidí olvidar.


-Ya. Olvidar. ¿Y qué fue lo que olvidó? ¿El incidente, o haber leído el informe?


-¿Cómo se ha atrevido a abrirlo?


-En realidad ya estaba abierto cuando lo cogí ¿Por qué no me pone en antecedentes?


-Fue justo al final de un curso sobre hipnosis regresiva. Lo daba el mismo doctor Gálvez. Le conté mi caso y lo interesado que estaba en recuperar algún recuerdo del accidente en el que perdí a mi esposa. Programamos unas sesiones, la del incidente era la última, en ella se suponía que por fin iba a ser capaz de llegar hasta el momento clave.


-Muy bien, y el informe dice...


-El informe dice, que me volví agresivo y que no obedecía a las órdenes post-hipnóticas del doctor porque en la regresión entré en un segundo estado de hipnosis subyacente. Como si la sesión me hubiese llevado a un estado de sugestión previo en vez de al momento del accidente. El doctor creía que yo ya estaba auto sugestionado, que tenía que haber habido un hecho tremendamente traumático previo al accidente que mi mente bloqueaba y al que no podía acceder.


-Una descripción bastante precisa para no haber leído el informe.


-Es que no lo he leído. No recuerdo...


-No recuerdo haberlo leído.


-Pero lo he leído.


-No recuerdo. No...


-¿Qué hago hablándole al espejo?


(...)


-Esta mañana ha sido hallado el cuerpo sin vida del excéntrico empresario Leopoldo Maldonado de Guevara. El empresario se había cortado las venas con un cuchillo encontrado en la escena del crimen tras extraer el cuerpo congelado de su mujer, recientemente desaparecida, Irene Pimentel, de un arcón congelador en su mansión de La Paradoja. El cadáver de la mujer presentaba numerosas puñaladas previas a la congelación al parecer propiciadas por el propio Maldonado. Fuentes policiales aseguran que existe una carta en la que el empresario confiesa el crimen.


(...)
-Amigos, una noche más, con nuestros colaboradores, con nuestros politonos, con muchas respuestas de nuestro experto criminalista para el conocido caso Maldonado y con un invitado estelar en exclusiva, el doctor Gálvez, el terapeuta hipnotizador del mismo Leopoldo Maldonado.


(...)
-Recabando información, información que nos ha costado mucho trabajo y más de un favor, ya sabes que en estas urbanizaciones la discreción es la norma, y teniendo en cuenta los informes que el doctor ha tenido a bien desclasificar creo que estamos en condiciones de esbozar una primera explicación.


(..)
-Entonces la convivencia del matrimonio era un auténtico infierno.


-Así es. Hemos podido constatar hasta seis agresiones por parte de ambos en los meses previos al asesinato. Por supuesto, ninguna denuncia, la apariencia lo era todo. El problema fue que él interiorizó el personaje que interpretaban de cara a la galería.


(...)
-Sí, según el doctor se había creado una especie de autosugestión mediante la cual olvidaba los momentos agresivos con su esposa. En su cabeza eran ser el matrimonio ideal, mientras que toda la violencia quedaba contenida y estallaba en la bronca siguiente con mayor virulencia; hasta que en la última pelea...


-Cometió el asesinato.


(...)


-Y al final esa carta dirigida al inspector Silva.


-Al parecer, la cabeza de Leopoldo Maldonado se encontraba totalmente desbordada. El accidente que casi le cuesta la vida no fue sino un intento de suicidio cuando el cadáver de su esposa llevaba ya varios días en el congelador. El inspector Silva fue el que llevó todo el caso de la desaparición de su mujer y al parecer le había interrogado la misma noche, que ustedes recordaran, del asalto al hipnotizador en este mismo programa. Aún no hemos tenido acceso al contenido completo del escrito pero tengo entendido que es una confesión en toda regla.


(...)


-Ha quedado demostrado que la realidad supera siempre con creces a la ficción. Y hasta aquí nuestro programa de esta noche. Les esperamos de nuevo aquí la semana que viene, con más novedades, más invitados y más sorpresas, no nos fallen.


(...)


-¡Irene! ¡Irene! ¡Irene! Yo no te he hecho esto. Nooooooo.


-Yo no lo he hecho. No lo he hecho.


-YO NO HE SIDO. NO HE SIDO YO.


-Me obligaste. ¿Por qué? ¿Por qué?


-¡MONSTRUO!


-¡DEJA DE MIRARME!


(...)


<<(...)Aquí queda escrita toda la verdad inspector. Sólo Dios sabe qué motivos tenía para hacerlo, que sea Él el que juzgue y que se apiade de mi alma.


Leopoldo Maldonado de Guevara.>>





-Sólo para ti y para mi. Para los dos y para nadie más. Una nueva puesta de sol. Nuestra. Y de nadie más.

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