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Mostrando entradas de agosto, 2008

Relativa soledad

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¿Cuánto es mucho tiempo? ¿Cuánto es tiempo suficiente? Cuarenta minutos en el tren camino del trabajo son una eternidad, sin embargo, dos horas con esa persona apenas un suspiro. Años de convivencia diaria, y una buena mañana amaneces, y ya no sabes si es tu mitad la que aún descansa a tu lado. Apenas un par de encuentros fugaces de escasos minutos, si quiera dos frases cruzadas, y vives con la certeza de haber conocido al amor de tu vida. En fin... Te puedo jurar que conozco su rostro de a la perfección, que me sé de memoria las arrugas de las comisuras de sus labios cuando sonríe; o lo que viene a ser lo mismo, cuando detiene el tiempo y espacio con un simple gesto de su boca. Nunca volveré a encontrar un brillo igual en el extremo del iris de unos ojos tan profundos. Todo lo que pienso y escribo me parece no estar a la altura, todo me resulta manido, repetido, insuficiente y a un tiempo exagerado. Una vez estuve a punto de conocer al amor de mi vida. Menos mal que no lo conocí, porq

Inpiraciones de la Isla (II). De retos y godos con aspiraciones guanches

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"Guayota me encargó una misión, comprobar que Echeyde sigue dormido." He sentido como duerme Echeyde, tímidos agujeros por los que se desprende calor, un constante olor a zaufre, una presencia que parece que late, te recuerdan a cada momento que él sólo duerme. No sé si tendrá mucho que ver con el concepto de altura de miras, pero a 3718m (y algunos centímetros porque me puse de puntillas) los problemas, las situaciones, todo, se ve distinto, se coloca bajo un nuevo orden que tiene más que ver con el hombre y la naturaleza y menos con el día a día, con lo artificial y lo fingido. Echeyde volveré. Volveré para contemplar el amanecer desde tu cumbre. "Tranquila Guayota de momento Echeyde duerme, lo vi en persona y volveré para comprobarlo"

Inspiraciones de la Isla (I). De llaves para oídos abiertos

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Si escuchas atentamente las olas cuentan historias. El océano infatigable en dar a conocer todo aquello que ha conocido va susurrando una y otra vez, una y otra vez, ese cuento que sabe que te corresponde, que sabe que entenderás. Ha visto mucho y ha escuchado todavía más y aún así es conocedor de la historia precisa que te corresponde, tan solo una, es buen sabedor de la pieza que encaja en tu puzle. Y no cesa, aunque no le hagas caso, aunque apenas puedas oír porque nadie te enseñó a escuchar. Pero no te equivoques, él sólo tiene historias para ti, no tiene las soluciones, te da la llave pero desconoce cual es la puerta. Eso sí, aguarda a que el día que hagas girar esos goznes, el día que al fin se abran los resortes de esa cerradura que siempre espera, vuelvas y le cuentes el final, otro más que volverá a ser otro comienzo, que volverá a susurrar al oído preciso, aunque esta vez ya no será el tuyo. Para ti tendrá una nueva llave, si es que eres capaz de aprender a escuchar de nuevo.