Voy por la calle con los codos bien pegados al cuerpo y las manos en los bolsillos a pesar de llevar guantes. Noto perfectamente, a pesar de la bufanda, como mis mejillas empiezan a sonrojarse, la punta de mi nariz y mis orejas simplemente ya no son. A penas las seis de la tarde y ya están encendidas las luces. ¡Qué bonita está la plaza! Un montón de gente deambula por ella; bolsas de compras por todas partes; niños corriendo; madres gritando "¡Ven aquí que se te ha desabrochado el abrigo!" Llego al Hadock (o al Mandala, o la Rayuela, o al Alcarabán, o al Corrillo, o al Juanita, o al Tio Vivo, o al Becker, o a la Posada de la Almas, o Al Milú, o puede que incluso llegue al Moderno y a su radiador de la mesa que colocan encima de las escaleras justo debajo de la cabaña del árbol) y busco una mesa libre. Dos pasos y mi temperatura corporal empieza a subir, cuando la encuentro ya me he quitado guantes y bufanda. "De momento nada. Espero a unos amigos" (o a una amiga, o
Desde luego, las fotos son impactantes, un parque realmente "humano". Los hay con suerte, Vizconde... :-)
ResponderEliminarBesos.
jo, que precioso.
ResponderEliminarLa verdad es que en un lugar tan frio se encuentran sitios que se llenan de calor sólo con sus formas.
McBeal
Pues sí Avalón, desde luego soy un afortunado. Me alegra que te haya gustado. Besos para ti también.
ResponderEliminarYa te digo que hacia frío, pero creo que este lugar no necesita del frío para sentirlo cálido McBeal. Bienvenida. Por cierto, ¿Ally no era rubia?...Jejeje, espero verte por aquí más veces.