El Vizconde de Bragelone escribía su microrelato con la mirada puesta en el infinito a través de aquel vidrio laminado. Se encontró rodeado, incólume y a la vez sitiado.
Cerró los ojos, habían pasado cuatro semanas, luego cuatro meses y por fin, al abrirlo vió que todos estábamos mirándolo. Entonces, dibujando media sonrisa, dijo
-¿Que, creíais que todo acababa allí, el otro lado de la ventana?
Quimera, según la segunda acepción del diccionario de la Real Academia Española: " Aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo." Iluso, según la segunda acepción del diccionario de Real Academia Española:" Propenso a ilusionarse, soñador." En el fondo, ni quiero ser iluso, ni termino de ver las ventaja de invertir en quimeras, pero es que las segundas acepciones siempre fueron mi debilidad, sobre todo si son de personas.
No hay religión que justifique doce camas vacías esta noche, ciento cincuenta juguetes sin niños hace unas semanas, doscientas veinte niñas sin infancia hace unos meses. No existe justificación tras la sonrisa del que empuña el cuchillo junto a su víctima a decapitar. No es religión, no es creencia, no es la lucha de ningún pueblo, no es la defensa de ningún derecho, no es venganza ante nada... Es pura vanagloria personal de los asesinos, los violentos, y nada más. Aujourd'hui, je suis Français, je suis aussi Charlie. Que el miedo no nos callé.
...él estaba jugando solo, en el suelo, sonriendo y señalando con orgullo la esquina de la cuna de la que se había descolgado. P.D.: ¿Y cómo corregir una actitud que puede resultar peligrosa pero que consideras positiva, liberal, atrevida, inteligente, valiente...? Imposible educar en contra de tus propios principios, así que a sufrir toca. No, no por lo de la cuna, si no por todo lo que vendrá después. A sufrir y a disfrutar, ¡cómo me hubiera gustado a mí ser el que no cejó en el intento hasta conseguir anoche saltar de la cuna! ¿Y por qué no? ¿Por qué no intentarlo una y otra vez hasta que consigamos bajar solos de la cuna? ¿Cuán orgullosos estaremos señalando después la esquina por la que nos hemos descolgado?
El Vizconde de Bragelone escribía su microrelato con la mirada puesta en el infinito a través de aquel vidrio laminado. Se encontró rodeado, incólume y a la vez sitiado.
ResponderEliminarCerró los ojos, habían pasado cuatro semanas, luego cuatro meses y por fin, al abrirlo vió que todos estábamos mirándolo. Entonces, dibujando media sonrisa, dijo
-¿Que, creíais que todo acababa allí, el otro lado de la ventana?
Gracias por el comentario H. ¿Quién sabe si acaba, o no, todo allí?
ResponderEliminar