Yo, palíndromo de mí mismo.

"Ese otro que siempre está del otro lado de uno; sea cual sea el lado del que uno se encuentra." Serrat en referencia a Tarrés

Con furia golpeaba el cristal. Con tanta furia llegó a golpear que consiguió que su ego, el ego del alter ego, en el lado libre intuyera su realidad ahí encerrado y se acercara, al principio con dudas, luego receloso, al final enojado, al mismo borde del otro lado del espejo. 

Frente contra frente, separados por un cristal, sin verse pero siendo más conscientes que nunca de su propia existencia, se miraban con furia, con rabia contenida en un lado, con contención rabiosa de ira en el otro. Al fin podría escuchar lo que tanto tiempo le gritó encerrado al otro lado. Al fin podría hacer realidad su sueño. Al fin... su ego del mundo real habló. 

 -¿Y tú me llamas cobarde? ¿Y tú te crees en condición de aconsejarme? ¿Tú que prefieres descargar tu ira contra el frágil espejo que une nuestras realidades y así creerte encerrado en lugar de darte la vuelta y afrontar tu propia realidad? 

Y dio media vuelta. Y descubrió un sillón vacío. Un sillón que sentía que tenía que estar ocupado. Y comprendió el tiempo perdido y la lección aprendida. Y salió en su busca, en busca de la chica que siempre bebía una Corona más para que llenase el vacío de aquel sillón con superpoderes paranormales de heroína de cómic.

A este lado del espejo el ego del alter ego sonrió; también había aprendido una lección. Al fin sería ese otro que siempre está del otro lado de uno; sea cual sea el lado del que uno se encuentra.


Comentarios

  1. ahora entiendo de donde le vine a mi hijo la vena filosofal

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  2. esto si es tuyo , muy bonito
    pablo

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  3. Mi loco y yo hemos leido atentamente este relato de la realidad que todos vivimos cada día y que tan pocos sabemos ver.

    El vidrio que nos separa tiene un espesor que depende sólo de cuanto nos queramos encontrar con nuestro propio loco. Yo generalmente cuando VIVO (con mayúsculas está bien) no tengo vidrio.

    Me ha gustado como los lokos, vizcondes ellos, se miraban a los ojos!

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