Vuelta al camino de idA (...y MMMCMXCIX)
¿Parar y pensar, o seguir caminando?
Auxi"
Tengo la impresión de que en ciertos momentos parar y pensar viene siendo lo mismo que seguir caminando, porque si no puede que pierdas el rumbo de tu camino y entonces, cuando tus pasos no te lleven donde quieren, por mucho que camines no puede considerarse que sigas caminando, pues más que hacer camino lo vas deshaciendo.
No hace mucho mi hermana mayor me dijo por el Face "Ya no escribes, cómo pesan los años. Sólo se escribe cuando el corazón llora. La felicidad apenas deja tiempo a la palabra escrita..." He de reconocer que durante un tiempo pensé que tenía razón, pero hoy desde luego no lo creo así, ni con mucho, es más, ni con muchísimo. Si pasó algún tiempo desde la última que escribí es porque una vez más me había dejado a mi mismo en el camino. Estoy pensado en instalarme un poka-yoke, o en su defecto un buen jidoka, que eviten esta situación que de tanto repetida más bien parece un problema crónico que esporádico.
Sé que resulta extraño de creer, es más casi puede hacerme parecer loco (o demasiado cuerdo, que viene siendo lo mismo) pero de vez en vez cuando voy, mejor dicho vamos (pues prefiero considera que hago el camino con mi gente y no solo) haciendo camino y en un momento determinado me busco y no me encuentro entre la gente, y cuando miro hacia atrás resulta que me he dejado tirado en mitad del camino. Increíble pero cierto. Allí estoy sentado en alguna roca, mirándome fijamente entre el pelotón, incluso a la cabeza del mismo, esperando a que me dé cuenta que me olvidé de mí, y me dé media vuelta para enfrentarme la mirada, esculpir media sonrisa, y volver a invitarme a reanudar la marcha al tiempo que esgrimo alguna excusa tonta que ya conozco y que no justifica, ni falta que hace, el error cometido.
Así que basta de pereza (chega de saudade) , de excusas innecesarias (y non petitas) que acusatio manifestan, y continuemos camino, pues aunque fue necesario parar para reflexionar (y recuperar cierto miembro un tanto importante del grupo que habíamos dejado atrás) en realidad nunca habíamos dejado de caminar.
No hace mucho mi hermana mayor me dijo por el Face "Ya no escribes, cómo pesan los años. Sólo se escribe cuando el corazón llora. La felicidad apenas deja tiempo a la palabra escrita..." He de reconocer que durante un tiempo pensé que tenía razón, pero hoy desde luego no lo creo así, ni con mucho, es más, ni con muchísimo. Si pasó algún tiempo desde la última que escribí es porque una vez más me había dejado a mi mismo en el camino. Estoy pensado en instalarme un poka-yoke, o en su defecto un buen jidoka, que eviten esta situación que de tanto repetida más bien parece un problema crónico que esporádico.
Sé que resulta extraño de creer, es más casi puede hacerme parecer loco (o demasiado cuerdo, que viene siendo lo mismo) pero de vez en vez cuando voy, mejor dicho vamos (pues prefiero considera que hago el camino con mi gente y no solo) haciendo camino y en un momento determinado me busco y no me encuentro entre la gente, y cuando miro hacia atrás resulta que me he dejado tirado en mitad del camino. Increíble pero cierto. Allí estoy sentado en alguna roca, mirándome fijamente entre el pelotón, incluso a la cabeza del mismo, esperando a que me dé cuenta que me olvidé de mí, y me dé media vuelta para enfrentarme la mirada, esculpir media sonrisa, y volver a invitarme a reanudar la marcha al tiempo que esgrimo alguna excusa tonta que ya conozco y que no justifica, ni falta que hace, el error cometido.
Así que basta de pereza (chega de saudade) , de excusas innecesarias (y non petitas) que acusatio manifestan, y continuemos camino, pues aunque fue necesario parar para reflexionar (y recuperar cierto miembro un tanto importante del grupo que habíamos dejado atrás) en realidad nunca habíamos dejado de caminar.
Un poco de aire machadiano para ti
ResponderEliminarEs una tarde cenicienta y mustia,
destartalada, como el alma mía;
y es esta vieja angustia
que habita mi usual hipocondría.
La causa de esta angustia no consigo
ni vagamente comprender siquiera;
pero recuerdo y, recordando, digo:
—Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.
*
Y no es verdad, dolor, yo te conozco,
tú eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella.
Como perro olvidado que no tiene
huella ni olfato y yerra
por los caminos, sin camino, como
el niño que en la noche de una fiesta
se pierde entre el gentío
y el aire polvoriento y las candelas
chispeantes, atónito, y asombra
su corazón de música y de pena,
así voy yo, borracho melancólico,
guitarrista lunático, poeta,
y pobre hombre en sueños,
siempre buscando a Dios entre la niebla.
Tu loco te llamaba, y estabas con la música muy fuerte, pero miraste atrás y te seguía llamando con la mano.
ResponderEliminarPor un momento te quedaste con cara de "no entiendo nada" y viste en esa cara la tuya, en esa expresión tu alegría y en esos ojos tu locura, y fue en ese momento en el que dijiste, escribamos loko, que sino la vida se nos pasa y no la documenta nadie más que nosotros.
Muchas gracias por el momento poético, hermana.
ResponderEliminarH, es bien, es bien que también tú volviste a escribir
...pensaba preguntarte que dónde escribe tu hermana :))
ResponderEliminar...un abrazo, querido Vizconde.
De los fuertes y con achuchón.
Otro para ti, Nadaq
ResponderEliminar