En Comala comprendí...

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. (...)" Juan Ruflo

Como bien dice mi cuñado, no es Comala un buen lugar para comprender nada.

Lo que sí que es cierto es que en ocasiones necesitamos ir, sin movernos del sitio, a lugares que están un poco más lejos de todo, no demasiado, quizás ahí mismo a la vuelta de la esquina, para comprender aquello que oímos pero no quisimos escuchar; aquello que nos dijeron pero ni siquiera quisimos oír; lo que nos transmitieron sin palabras mientras veíamos pero no mirábamos; y lo que todo el mundo sabe (incluso Karl que sabe desde hace dos años siete meses tres días una hora y veinte minutos que Sarah está enamorada de él) pero nosotros no.

Dice la teoría que la comunicación necesita de cinco elementos, a saber: emisor, receptor, mensaje, canal y código. Yo añado uno más, intención.

En fin, espero que la noche que Guillermina me quite el ático en propiedad pueda volver, a cuenta de tres rondas, a la mesa más redonda del café aquel. Otros tuvieron su oportunidad de repesca, ¿recuerdas K? Corría el mes de febrero de 2003...

"Estimado Caboi:
En vista de su desasosiego a cuenta de las causalidades (que no casualidades) de esta vida que nos trae y nos lleva, le informo de que ha quedado libre una vacante en la mesa más redonda del café de Nicanor, justo al lado de Mari “la tetas”, así mismo también le informo de que puede enviar, por escrito y previo pago de 3 rondas, su solicitud si así lo estima oportuno."

En fin que no se puede andar leyendo viejos mails porque luego uno empieza a echar de menos celebrar el fin del año que acaba en vez de la llegada del nuevo año. Lo dicho, al lugar (o tiempo que para el caso viene siendo dimensionalmente lo mismo) donde has sido feliz no debieras tratar de volver.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Segunda acepción

BORDADO CON PUNTA FINA COMO LOS PELOS DEL PECHO

Ayer tambén llovió (y III)